Trastorno Déficit de Atención

Trastorno Déficit de Atención

Somos especialistas en el tratamiento de trastornos de déficit de atención, ofrecemos apoyo y orientación a nuestros pacientes y sus familias para ayudarles a manejar los síntomas del trastorno y mejorar su rendimiento.

El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) es un trastorno en el que intervienen tanto factores genéticos como ambientales.                               

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¿Cómo detectar el Trastorno por déficit de atención?

Se manifiesta como un aumento de la actividad física, impulsividad y dificultad para mantener la atención en una actividad durante un periodo de tiempo continuado. Además de esto hay niños en los cuales se observan también problemas de autoestima debidos a los síntomas propios del TDAH y que los padres no suelen asociar a este trastorno. Estos comportamientos suelen:

  1. Aparecer durante la infancia, antes de los 12 años.
  2. Ser muy intensos y con mucha frecuencia.
  3. Interferir negativamente en el rendimiento del niño.

Así mismo, el TDAH se puede asociar con frecuencia a otros problemas, y sus consecuencias se aprecian en diferentes ambientes de la vida del niño, no solamente el escolar, sino que también afecta en gran medida a las relaciones interpersonales tanto con la familia, como con otros niños y con sus educadores, que siguen estas interrelaciones clave en el desarrollo del niño. Los trastornos por déficit de atención no suelen aparecer antes de los 6 años de edad. Se suele reconocer cuando los niños comienzan la primaria, justo cuando se generan las dificultades en el rendimiento escolar y aparecen a la vez, disfunciones sociales.

¿Cuál es la evolución de los trastornos por déficit de atención?

El TDAH es un trastorno crónico que aparece a los 7 años de edad. Durante el desarrollo del niño los síntomas pueden ir cambiando o disminuyendo. Aún así, se estima que alrededor del 8’% de los niños continúan presentando problemas durante el período de la adolescencia. Sólo el 30-65% tienen que lidiar con él en la edad adulta.

Etapas:

Durante las primeras etapas de la niñez, hasta los cinco años, el desarrollo motor del niño es precoz. Normalmente empiezan a caminar muy temprano y se ven como niños inquietos. Cuando empiezan su escolarización, los niños empiezan a tener problemas a la hora de aprender a escribir y a leer. Aquí comienzan los primeros indicios de fracaso escolar. Como más se le exija al niño más fallará, debemos encontrar el tratamiento adecuado para que pueda seguir con su educación.

En estas edades es cuando más casos de TDAH se detectan. Durante la adolescencia ocurren algunos cambios sustanciales. La hiperactividad se reduce hasta convertirse en una sensación subjetiva de inquietud. Aún así pueden haber problemas de impulsividad o falta de atención.

¿Qué tipos de TDAH existen?

Se identifican tres tipos de TDAH, según el síntoma que predomine más en el niño:

  • Inatento: Predomina la falta de atención
  • Hiperactivo-impulsivo: Predomina la impulsividad y la hiperactividad
  • Combinado: Predomina la hiperactividad, la inatención y la impulsividad

En nuestro centro de psicología de Mataró estamos especializados en el tratamiento del TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad). Este Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad se tiene que tratar por parte de un psicólogo experto en TDAH para garantizar el éxito de la terapia.

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El Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) es un síndrome conductual que afecta al comportamiento y se caracteriza por una distracción (que puede ser moderada o severa), inestabilidad emocional y conducta impulsiva.

Además, puede darse o no hiperactividad (comportamiento caracterizado por una actividad excesiva o fuera de lo normal). Tiene algunos puntos en común con el Trastorno Disocial y ambos se clasifican como trastornos por déficit de atención y comportamiento perturbador. El TDAH, que se inicia durante la niñez, puede persistir hasta la edad adulta y ocasionar problemas de aprendizaje, disminución del desarrollo académico y profesional, inseguridad crónica y cambios en el estado de ánimo. En adultos con este problema, también son frecuentes las adicciones a sustancias tóxicas, los comportamientos conflictivos y los síntomas depresivos. Además, pueden existir dificultades para relacionarse y establecer relaciones con los demás (amigos poco estables, relaciones poco duraderas…).

¿Cuáles son las causas del Trastorno por Déficit de Atención (TDAH) con o sin Hiperactividad?

Se cree que este problema puede tener un componente hereditario. Tanto es así, que las causas parecen ser genéticas en un 80% de los casos. La mayoría de niños con TDAH, por lo tanto, tienen progenitores (o al menos un miembro de la familia) que lo ha sufrido con anterioridad. En el 20% restante de los casos se considera que puede ser debido a una serie de causas multifactoriales, en las que se combinan factores genéticos con otros ambientales (consumo de alcohol por parte de la madre durante el embarazo, exposición del niño al humo del tabaco, parto prematuro, exposición al plomo…).

¿Cuáles son los síntomas del Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad?

Los síntomas se suelen detectar cuando el niño inicia la actividad escolar, ya que suele tener problemas con el aprendizaje de la lectura, la escritura y las matemáticas, algo que ya pone a los padres sobre la pista. Sin embargo, existe sintomatología y comportamientos propios de este trastorno que pueden indicarnos que nuestro hijo lo sufre:

  • Dificultad de organización.
  • Empezar varias tareas a la vez, aún cuando no se ha terminado ninguna de ellas.
  • Distraerse fácilmente y tener dificultad para mantener la atención.
  • Ser una persona muy creativa y dinámica.
  • Impaciencia y dificultad para esperar. Nerviosismo frecuente.
  • Impulsividad: decir lo primero que les pasa por la cabeza sin tener en cuenta la oportunidad.
  • Preocupación excesiva por asuntos cotidianos.
  • Inseguridad y falta de autoestima (puede ser incluso falta de autoestima crónica).
  • Cambios bruscos en el estado de ánimo.
  • Depresión: sentimientos de abatimiento y tristeza prolongados.
  • Insomnio: problemas para dormir.
  • Irritabilidad: problemas con la gestión de la ira.

¿Cuál es el tratamiento para el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad?

Existen diferentes tipos de tratamientos para niños y adultos con TDAH. La elección de uno u otro dependerá de cada caso en concreto, del criterio del profesional y de la existencia o no de hiperactividad. Sin embargo, como norma general, en estos casos el tratamiento se basa principalmente en dos líneas: terapias conductuales y tratamiento farmacológico. Puede optarse por una combinación de ambas o intentar primero las terapias conductuales antes de pasar a la toma de medicamentos. La mejor opción es acudir a un profesional (un psicólogo o un psiquiatra) para que estudie el caso concreto, nos proporcione la información necesaria y realice un diagnóstico y un tratamiento a la medida de cada paciente.

El Trastorno Disocial se puede clasificar como uno de los Trastornos por déficit de atención y comportamiento perturbador, incluyéndose en la misma categoría que el Trastorno por Déficit de Atención (TDAH).

Se trata de un trastorno que se produce cuando existen conductas distorsionadas, negativas y recurrentes en los niños. Este tipo de conductas, además, pueden ir contra las normas sociales establecidas y provocar, por lo tanto, el desajuste social del pequeño.

Así, por ejemplo, muchos de los niños que han recibido este diagnóstico intimidan o acosan a otros, provocan situaciones violentas, son crueles con los demás niños o con animales, pueden robar a sus víctimas o, incluso, escaparse de casa. Es importante destacar que estos comportamientos deben darse de forma reiterada y repetitiva a lo largo de un determinado periodo de tiempo para que podamos hablar de Trastorno Disocial. Si se producen de forma aislada pueden deberse a otros problemas puntuales.

Este tipo de comportamientos generan conflictos serios en el ámbito familiar, escolar… por lo que si no se actúa con cierta premura la situación puede agravarse y desembocar en otro tipo de problemas.

¿Cuáles son las causas del Trastorno Disocial?

No parece haber unas causas concretas a las cuales puedan atribuirse este tipo de trastornos. De hecho, se cree que pueden deberse a un conjunto de causas multifactoriales.

¿Cuáles son los síntomas del Trastorno Disocial?

Los síntomas de este tipo de trastorno suelen ser muy claros y suelen tener un denominador común: transgredir las normas sociales propias de la edad y tener poco respeto por los derechos y el bienestar de los demás. Lo que podríamos definir como falta de empatía. A grandes rasgos, podemos decir que algunos de los síntomas y rasgos de personalidad de las personas con este problema son:

  • Escasa empatía y respeto por los sentimientos y derechos de los demás.
  • Facilidad para transgredir las normas y actuar de forma poco adecuada.
  • Insensibilidad.
  • Falta de autocrítica o incapacidad para reconocer la propia culpa.
  • Dificultad para mostrar arrepentimiento.
  • Ausencia de remordimientos por las acciones realizadas.
  • Autoestima distorsionada (muy alta o problemas de baja autoestima).
  • Inestabilidad emocional.
  • Tendencia a comportamientos violentos y rabietas.
  • Propensión a agredir a los demás.
  • Conductas agresivas dirigidas a animales, personas, mobiliario…
  • Tendencia a enfadarse frecuentemente.
  • Problemas de relación con los demás (relaciones abusivas por su parte).
  • Problemas en el desarrollo escolar.
  • Personalidad inestable.

¿Cuál es el tratamiento del Trastorno Disocial?

El tratamiento para este tipo de problemas dependerá de varios factores, como la edad del paciente, el tipo de conductas sociales que tenga, la persistencia de los síntomas, los años que lleve con este tipo de comportamientos, etc. En la mayoría de los casos, no obstante, suele recomendarse una intervención terapéutica cognitivo-conductual que se completa con otras acciones en el ámbito educativo, familiar y social.

En cualquier caso, lo mejor es acudir a un profesional cualificado para que valore el caso concreto, realice un diagnóstico y proponga una opción de tratamiento en función de las características de la persona y de la gravedad de los síntomas.